A pesar de los esfuerzos que hoy se
realizan en el mundo hay 880 millones de adultos que no saben leer ni escribir,
una gran parte son mujeres.
Para el pedagogo brasileño Paulo
Freire “la alfabetización es más, mucho más que leer y escribir. Es la
habilidad de leer el mundo, de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta
del conocimiento”; partiendo de esta definición los esfuerzos para combatir el
analfabetismo en el mundo no deben detenerse.
Se habla de alfabetización básica
cuando una persona sabe leer y escribir y las reglas elementales del cálculo.
Según la UNESCO una persona es analfabeta cuando “no puede leer ni escribir una
breve frase sobre su vida cotidiana”.
En el mundo hay 880 millones de
adultos que no saben leer ni escribir, de los cuales dos terceras partes son
mujeres. De los más de 120 millones de niños que se ven privados de educación
básica, las dos terceras partes son niñas.
Sin embargo a estas cifras se unen
centenares de millones de personas que saben leer y escribir una frase sencilla
pero que no van más allá de eso. Por ejemplo, que no saben llenar un formulario, interpretar un artículo de un
periódico o usar los números en la vida cotidiana.
El logro de la alfabetización básica
en una sociedad es un objetivo importante; pero es la alfabetización funcional
la que permite a los individuos desarrollar un papel importante en la vida
social y económica de esa sociedad.
La alfabetización y la educación son
principios sobre los que se puede construir un mundo mejor. Las personas que
saben leer y escribir están más capacitadas para elegir y llevar una vida más
plena, son más libres, trabajadores productivos e individuos menos expuestos a
la miseria y con mayor facilidad para adaptarse a nuevas circunstancias.
El desarrollo económico, el progreso
social y la libertad de los seres humanos dependen del establecimiento de un
nivel básico de alfabetización en todos los países del mundo.
Uno de los grandes desafíos que
permanecen es la alfabetización de las mujeres, marginadas históricamente del
acceso a los conocimientos. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que la
inversión en la educación de las niñas y la consiguiente capacitación de las
mujeres se traducen directamente en una mejor nutrición, salud y rendimiento
económico para sus familias, sus comunidades y para sus países.
Los avances en materia de
alfabetización son un tema para celebrar, ya que el número de alfabetizados a nivel
mundial ha llegado a cerca de cuatro billones. Sin embargo, la alfabetización
para todos - niños, jóvenes y adultos - es todavía una meta lejana.
El continuo aplazamiento de esta
meta es resultado de una combinación de factores, como el trazado de metas
demasiado ambiciosas, los esfuerzos insuficientes o descoordinados, y la
subestimación de la magnitud y complejidad de la tarea.
Las lecciones aprendidas en las
últimas décadas dejan en claro que lograr la alfabetización universal requiere
no solo de mayores y mejores esfuerzos, sino de una voluntad renovada para
pensar y hacer las cosas de manera diferente a todos los niveles.
Un poco de historia
En 1965 representantes de 88 países
participaron en Teherán del primer Congreso Mundial de Ministros de Educación.
Fue allí, y por primera vez, donde se determinó como prioritaria la
participación de la humanidad entera en la lucha contra “la plaga” del
analfabetismo, que para ese entonces alcanzaba a mil millones de personas.
Con ese antecedente y para llevar a
cabo el compromiso universal de reducir a cero la tasa de analfabetismo en el
mundo, en 1967 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
declararon al 8 de septiembre Día Internacional de la Alfabetización.
A pesar de las iniciativas que se
están desarrollando en la actualidad y de la proclamación del periodo 2003 -
2012 como el "Decenio de las Naciones Unidas de la Alfabetización: la
educación para todos", los datos todavía muestran que se debe trabajar
mucho en este sentido.
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